En el vértice de tu forma,
a cuerpo abierto,
te voy adivinando.
En el lugar menos propicio hallo
la consistencia brutal,
el esqueleto mismo,
la respuesta al hombre, la piel,
esa tenue sugerencia íntima
a la anarquía.
Y te repaso, y te comparo,
y te huyo dos pasos
porque así, despierto,
te ves, de veras, grande.
No sé si mirar
o cerrar las puertas,
si alejarme
o caer despacio.