LA CAMA

La cama estaba a medio hacer. Ella dibujaba su silueta mientras permanecía tendida en el suelo. Su cazadora estaba allí, junto a ella, y sus zapatos y su camisa. Ella permanecía en el sitio exacto del suelo en el que aterrizó al caerse de la cama. Ni siquiera intentó levantarse, realizar movimiento alguno; allí quieta, con su camiseta estirada por el uso y las piernas frías por el contacto con el mármol. Seguía dibujando su silueta perdida en el suelo, a su lado, su cabello ondulado parecía invadir ese espacio que él debería ocupar, que ella dibujaba para retenerlo. La ventana seguía abierta. Llevaba horas ahí, en la misma postura, helada. Cada vez que cerraba los ojos lo escuchaba de nuevo: el sonido de un cuerpo que se estrella contra el asfalto. Cuando cayó de la cama comprobó que la pesadilla se había hecho realidad. Ya no volvió a moverse.