El mundo que tenemos. Veo con pancartas feministas a las mujeres más machistas y tradicionales en el sentido peyorativo del término hablando desde un discurso absurdo, aunque transversal, dicen, y les falta empatía y les falta conciencia. Veo mujeres modernas, en el sentido más peyorativo también del término, dando lecciones de vida o vestuario o sexualidad, qué mas da, cuando protegen a la joya masculina que llevan al lado como al capitán de su barco. Y veo cómo estas mujeres miran a otras compañeras desde el desprecio y por supuesto el miedo. Veo la cobardía en ellas y también el sinsentido pues la coherencia se encuentra en adecuar pensamiento y acción, ya no digo principios o valores pues han desaparecido. Veo en este país y esta región, cómo el trabajo y el esfuerzo se consideran elementos extraños, indignos, y sin embargo el vampirismo, el robo de ideas, de personalidad, de participación se considera inteligencia y en esto falta también como antes conocimiento de realidad y vida. Veo la diferencia y hablo a modo personal entre trabajar fuera de España -ese respeto e incluso admiración por tu trabajo y dedicación- y la zancadilla patria y ese pisar cabezas para alzarme yo. Veo la falsedad en todas partes y la invasión de la bêtise y tener la osadía de hablar siempre desde arriba hacia abajo. Veo como se habla de diversidad funcional o discapacidad para otros como una especie de movimiento o evento incluso social ahora, en el que aplaude quien luego no te permite avanzar, coloca obstáculos ante ti pero más tarde se coloca medallas frente a la cámara. Y pone en duda el sufrimiento, algo que debería ser castigado con el sufrimiento mismo en propia carne. No reconocemos el alma que tenemos al lado ni aún con un mapa. Veo como quien dice ayudar a otros y otras desde distintas entidades a la hora de la verdad sigue el modus operandi capitalista y le importa más bien poco la necesidad o necesidades ajenas. Veo cómo se autodenominan como escritores o escritoras, o fotógrafos o fotógrafas o artistas personas que lo único que han sabido hacer es ser copia y echarle un tanto de deshonra al mundo del arte para situar su cazo bien cerca del Estado o la zona de confort. Veo a quienes hablan de ir contra el Estado viviendo de él. Veo a quienes hablan de la izquierda desde la derecha. Y por último veo a toda una multitud sedienta, hambrienta y dolorida con una suerte que no llega porque otros y otras la construyen desde la absoluta falta de dignidad para sí mismos. No soy rencorosa, deseo y espero poder recordar toda la vida cada una de vuestras caras para que jamás se me olviden. No es posible ser amigo o amiga de Hitler o bailarle el agua y luego pretender acercarse a la niña judía cuya piel será convertida en jabón con tu absoluto y cobarde consentimiento para hacerse la foto o alcanzar cierto grado social de lo que ahora se denomina "ser guay" o "moderno" o "comprometido" o tan sólo postureo. Ni tan siquiera los términos que utilizan alcanzan dignidad de palabra.